martes, 16 de diciembre de 2014

El Facebook y la ñonga

Caminando por las calles del centro, buscaba un gorro de invierno de los que se están usando, me gritaron a lo lejos ¡Ramiro!, levanté la mano y saludé sin pensar a aquel extraño que viajaba en la ventana de un camión, no lo reconocí, ¿Y cómo lo iba a reconocer? si yo no me llamo Ramiro, pero era evidente que se dirigía hacia mi porque no había nadie más en ese sector de negocios cerrados por la inseguridad de la ciudad, recordé que no era la primera vez que me gritaban en la calle con ese mismo nombre, hace 3 días hicieron lo mismo pero no le tomé importancia, en aquella ocasión estaba en la parada del camión muy cerca de donde trabajo, había más gente esperando su respectivo colectivo, recuerdo que todos los que ahí aguardábamos nos volteamos a ver como esperando que alguien respondiera, pero nadie devolvió el saludo, entre esas miradas de alrededor de siete u ocho personas, una colegiala entre la gente me regaló una pícara sonrisa. -Todavía las puedo- pensé hacia mis adentros, días después comprendería aquella sonrisa coqueta, burlona más bien, pero los macho alfa nunca pensamos en el desprecio o humillación, después de que el camión se fuera con el desconocido saludador, le respondí a la chica su lenguaje no verbal con un guiño y media sonrisa sin importar que parecía de 19, por el uniforme que llevaba de seguro no llegaba ni a los 16.
Casi nunca uso el Facebook, bueno, la mayoría de mis amigos están pegados todo el día al teléfono, decir que lo abro sólo una o dos veces a la semana, es como si no lo usara comparando el nivel de adicción de mis amigos y familiares, no los critico para nada, cada quien sus asuntos. Así es que no estoy muy actualizado con los videos de moda, las noticias fuertes de la semana, siempre me entero un poco tarde de las tendencias, de lo IN, como diría un amigo hipster punk.
Como marco teórico de mi vida te puedo decir que siempre me confunden con otras personas, me comparan con algún conocido o el vecino ese que nunca saludas, siempre he dicho que tengo una cara muy común, pero esta vez una persona si me sacó de mis casillas cuando a la fuerza, se quería tomar una foto conmigo. Saliendo del cine a plena tarde en mi día de descanso, con una familiaridad que espantaba, se acercó un desconocido y me dijo: -Ramiro, dame chance de tomarme una foto contigo! Al principio me dio risa y recordé de inmediato los gritos anteriores en la calle, pero esto ya fue demasiado. Le dije -Yo me llamo Dante, me estás confundiendo compadre- buscando la mejor manera que me dejara de molestar, el asunto se tornó un poco tenso cuando el "compadre" que después supe que se llamaba Ramiro, se quería tomar una foto con su "tocayo", se le hacía una excelente idea para postear en su cuenta de Facebook, y escribir algo así como -Aquí con el tocayo, buscando unas nenas-, no entendía nada. Ante su insistencia cada vez más imprudente, le arrebaté el teléfono ya cuando me había tomado la segunda foto sin que le diera permiso, el quería posar conmigo, pero al ver que no lo iba a dejar, me empezó a tomar fotos a mi solo, ya estaba realmente muy molesto cuando lo jale discretamente, ya que estábamos en un centro comercial con mucha gente y seguridad, no quería problemas pero no me dejaba opción, fue sólo hasta que le arrebaté su celular cuando le pedí una explicación.
Un guardia se acercó y le preguntó si todo estaba bien, respondió -Si, todo bien, estoy aquí platicando con mi amigo Ramiro. El guardia a mi no me preguntó nada, sólo me observo unos segundos como buscando algún color rojizo en mis ojos y se retiró no muy lejos.
-Vato, eres bien famoso me cae- dijo el susodicho.
¿De que hablará este wey? Si yo sólo soy un empleado de una Farmacia de Similares, la verdad es que si veo a mucha gente por mi actividad, pero tanto como para ser famoso, no creo. Recuerdo que en la universidad me confundían mucho con el cantante de Los Vallenatos, bueno, hasta con Valentín Elizalde, pero esa no me la creí tanto, porque yo soy más bien moreno y de seguro este cliente sólo quería quedar bien para que le hiciera algún descuento por medicinas.
-Devuélveme el teléfono y borro las fotos si tanto te molesta, pero tu video aunque lo borré de mi celular nadie te va a quitar lo famoso -me dijo.
-¿Qué video? -Pues en el que sales!.
En ese momento el comprendió, creo que por la cara que puse, que no había visto uno de los videos más virales de la semana. Tomó su celular ingreso una contraseña en forma de X, abrió una conversación de Whatsapp y en un folder que se llamaba "favoritos" le puso play al primer video de la lista, lo primero que vi fue el rostro del tal Ramiro, no podía creer lo que estaba viendo, el parecido era impresionante, era igual que yo pero con un corte de cabello horrible, así como militar reguetonero con un poco de tinte, o quemado de tanto sol, el video empezaba con un choro romanticón dirigido a la que yo supongo era su novia o alguien que le gustaba y quería un poco más que su atención, un rollo de esos como "serás mía por siempre, te amo, bla bla bla" la verdad no le puse mucha atención a las palabras porque el parecido me tenía realmente impactado, este personaje estaba ante una cámara web de no muy buena calidad y eso ayudaba a que el parecido cobrara mayor relevancia ante la falta de detalle, después de un par de minutos, al terminar de declararle su amor incondicional a una tal Lupita, el enamorado se levanta de su asiento y el encuadre de la escena dejaba ver desde la mitad de sus muslos hasta el cuello, sin más se desabrocha el pantalón y deja su miembro excitado al aire, suponiendo que sólo su amada vería ese video mensaje tan personal. Maldita Lupita -pensé- se la aplicó, seguro sólo bastó compartirlo con una de sus amigas o quizá alguna prima, para que se volviera viral en la red. No superaba el parecido, a mi que me gusta ir sólo al cine y ahorita que voy saliendo de ver Los Pingüinos de Madagascar, entiendo las miradas de algunos padres de familia que me veían con cara de depravado en una sala repleta de chiquillos.
No hice otra cosa más que agregar a mi lista de amigos de Facebook a este "compadre" que le había arrebatado su teléfono y que estuve a punto de golpear. Amablemente accedí a tomarnos un par de fotos sentados en una banca del centro comercial.
- Súbela y escribe lo que quieras -le dije- ¿Pos ya qué?
El pie de la foto cuando la posteó horas más tarde decía: "Aquí con mi tocañonga Ramiro el del video...". Malísimo post por cierto, le di Like.

lunes, 17 de junio de 2013

NO HAY LUGAR
-Ferreira Gullar


El precio del frijol
no cabe en el poema. El precio
del arroz
no cabe en el poema.
No cabe en el poema el gas
la luz el teléfono
la especulación
de la leche
de la carne
del azúcar
del pan

El burócrata
no cabe en el poema
con su salario de hambre
con su vida sofocada
en los archivos.
Como no cabe en el poema
el obrero
que esmerila su día de acero
y carbón
en fábricas oscuras
-porque el poema, señores,
está cerrado:
"no hay lugar"
Sólo cabe en el poema
el hombre sin estómago
la mujer de las nubes
la fruta sin precio.

El poema, señores,
no apesta
ni huele


domingo, 2 de junio de 2013

Búsqueda de la poesía / CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE

No hagas versos sobre acontecimientos. No hay creación ni muerte ante la poesía. Frente a ella, la vida es un sol estático, no da calor ni ilumina. Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales, no cuentan.

No hagas poesía con el cuerpo, ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan indefenso a la efusión lírica. Tu gota de bilis, tu careta de gozo o de dolor en la oscuridad son indiferentes. No me reveles tus sentimientos, que se aprovechan del equívoco e intentan un largo viaje. Lo que piensas y lo que sientes, esto no es aún poesía. No cantes tu ciudad, déjala en paz. El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas. No es la música escuchada de paso, el rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma . El canto no es la naturaleza ni los hombres en sociedad. Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza nada significan. La poesía (no extraigas poesía de las cosas) suprime sujeto, objeto.

No dramatices, no invoques, no indagues. No pierdas tiempo en mentir. No te aborrezcas. Tu yate de marfil, tu zapato de diamante, vuestras mazurcas y supersticiones, vuestros esqueletos de familia, desaparecen en la curva del tiempo: son algo inservible. No recompongas tu sepultada y melancólica infancia. No osciles entre el espejo y la memoria en disipación. Si se disipó, no era poesía. Si se partió, cristal no era. Penetra silenciosamente en el reino de las palabras. Allí están los poemas que esperan ser escritos.

Están paralizados, pero no hay desesperación: hay calma y frescura en la superficie intacta. Allí están solos y mudos, en estado de diccionario. Convive con tus poemas antes de escribirlos. Si son oscuros, ten paciencia. Calma, si te provocan. Espera que cada uno se realice y consume con su poder de palabra y su poder de silencio. No fuerces al poema a desprenderse del limbo. No recojas del suelo el poema que se perdió. No adules al poema. Acéptalo como él aceptará su forma definitiva y concentrada en el espacio. Acércate más y contempla las palabras. Cada una tiene mil caras secretas bajo una cara neutra y te pregunta, sin interés por la respuesta pobre o terrible que le dieres: ¿Trajiste la llave? Repara: hermanas de melodía y concepto, las palabras se refugian en la noche. Todavía tímidas e impregnadas de sueño, ruedan por un río difícil y se transforman en desprecio. 

miércoles, 29 de mayo de 2013

San Miguel con 23 pesos en la bolsa



Mi sopa de letras no tiene sal ni pimienta, el salto del microblogging al blog es meramente anecdótico dada la escasa memoria de éste cocinero virtual, lugares que literalmente no recuerdo haber visitado me obligan a plasmar los olores, vibraciones y rasgos de gente que compartimos instantes; las fotos sólo capturan momentos. ¿Cómo recordar cuando se detiene el tiempo en la vida real?
I
Claude preparó un desayuno francés acompañado de frijoles y tortillas de harina, en la mesa unos chiles curados en hiervas y aceite de oliva, la luz del día me permitía por fin una ubicación, no geográfica, sino armónica, apenas me estaba sincronizando a la energía de un pueblo donde todo es hipersensible; en una silla del comedor, que bien podría ser una pintura, dormían un par de gatos, al lado sonreía el perro más libre que haya conocido, las ventanas de la cocina y la sala también daban al patio, que era la montaña, una especie de planicie y al final, un cañón con una cueva donde dormían las águilas que pasaban tan cerca como para identificarlas sin ser un especialista en aves, era una extraña sensación acogedora en un espacio muy amplio; el paseo por los peñascos que tanto se antojaba, se quedó en intención por que según mis cálculos necesitaría un día entero para conocerlo, tal vez hasta me perdería en éste patio trasero.
Casi no tomo café, pero con ese olor y la vista, tenía que festejar con algo más que un vaso de agua la plática que se avecinaba. Colgados y recargados por todas las paredes había cuadros, ¿De quién son las pinturas? pregunté, -son del hijo de Rosario, se quiere quitar lo cuadrado- en alusión al tema que repetidamente maneja; en Zacatecas hay alguien que dibuja trompos, en Monterrey manzanas, en Oaxaca y el mundo hay miles que pintan flores, en San Miguel, sillas -pensé-; Claude siguió hablando de cómo había llegado a México, del circo de su juventud y todos los oficios que puedan existir en el transcurso de la vida de un marinero y director de teatro, para algunos darle la vuelta al mundo es pasar por Inglaterra, E.U., España, Italia y uno que otro país "exótico", para alguien como Claude “viajar por todo el mundo” significaba precisamente eso.
Dos días después vería una adaptación de una obra de teatro del absurdo realizada por él. No podría ni siquiera intentar escribir sobre la obra porque no soy crítico de teatro, pero espero que al igual que mi visión de la música, el resumen de la crítica sea un -me gusta o no me gusta- y lo que vi realmente me gustó, lo demás lo dejo a mi interpretación, esas son las cosas que no necesito escribir, porque no se me olvidan.

II
Rosario fue la primer persona que identificamos y nos presentó inmediatamente a Rodrigo y Sofi encargados de amenizar charlas, destilar buena vibra y atender el restaurant-teatro, una pequeña presentación de cartas y un montón de cosas en común, y ya teníamos un plan por hacer después de los deberes, en las ciudades le llaman "antrear". La brecha generacional entre Rodrigo y Rosario, a fin de cuentas madre e hijo, se convirtió en una discusión amena sobre la forma ideal de pasársela bien en la parranda y tratar de buscarle una definición, por un lado la bohemia, pláticas con música de fondo, las anécdotas, por el otro, la música a mayor volumen, las carcajadas, mas bien, era maquinar anécdotas antes que contarlas; esa noche la bohemia se acabó temprano y no teníamos opción, es más, no queríamos opciones, después de terminada una función de teatro-cabaret muy divertida y cenar Quiche Lorraine con ensalada caprese, se escuchó un grito de guerra (muy pacífica) -vámonos caminando, que todo está cerca, -dijo Sofi- que a pesar de llevar sólo un mes de vivir ahí, ya conocía los pormenores de los lugares donde se podía parrandear, según su forma ideal -y la mía-. Nos fuimos a un restaurant que de noche se hace bar, donde el estatus social de los comensales era tan importante como el pronóstico del tiempo en Nueva Delhi, saber de dónde eres, si vas de paso o vives ahí, era de momento intrascendente, los ritmos latinos, reggae, eclécticos por necesidad, se bailaban en el patio de una bendita vecindad, así se oía la banda local que parecía que tenían luciérnagas pegadas al cuerpo, íbamos tan bien que la promesa, de sólo un par de rondas, ya estaba rota; el lugar es punto de reunión de artistas, actores y músicos, por lo tanto la improvisación brotó en diversas formas, rap en alemán, latino y en el idioma original, trompetas, guitarristas, las horas pasaban, pero el cuerpo tambaleante de un músico del lugar que había empezado la fiesta evidentemente desde temprano y una amable despedida del gerente nos indicaban que ya era hora de cerrar y movernos a otro lado. Un par de cuadras hacia -no tengo idea- estaba El Limerick, un Pub Irlandés bastante acantinado, en la entrada había una vitrina con envases de cerveza de varias partes y mesas de billar, un DJ, los meseros, la -dealer- en la puerta del baño, las estrobos, muy parecido a un bar de esos de los que vienes huyendo, pero para nada desvirtuaba el momento, al contrario, la gente y el sax en vivo con la música electrónica le daban ese toque, que le resta importancia al mañana; por alguna extraña razón las mejores fotos se toman en esos lugares, aún y teniendo afuera un pueblo declarado patrimonio de la humanidad.
Caminando de subida por Correo enfrente de la famosa Iglesia gótica donde oficiaron misa los Hidalgos, se estaban montando unas gradas para esos espectáculos sabatinos que nunca vez, por que los hacen a la hora que te estás yendo a dormir. ¡Resistencia! levantando el puño nos despedimos de Rodrigo y Sofía que desaparecieron por el callejón que los llevaba a su destino. Ya con la pila seca del cuerpo, más no de la mente, los 40 minutos de regreso a la casa parecieron no existir, hay pláticas que nunca terminan, se auto-alimentan, crecen y se desarrollan hasta quedar dormidas.

III
Lo que se sentía diferente era que ya le pertenecías a la ciudad, estabas entre sus venas, formabas parte del paisaje, dejabas de tomar fotos y empezabas a aparecer en ellas, si bien todavía no sabía dónde estaba el norte o el sur, ya sabía por dónde estaban los lugares y como llegar a ellos, saludando gente al paso, al blusero en la tienda de tapetes de todo el mundo (exótico) -no como los viajes de Claude-, la de las nieves de mamey en el mirador, la encargada de los eventos en la plaza, bueno, parece ser que el deporte nacional es conocer gente al caminar entre calles empedradas; en los eventos ni se diga, empezando con los amigos de los anfitriones, pero hubo uno en especial que se presentó con las mejores intenciones de crítica acerca de la música de la zona, charlando humildemente, intercambiamos ideas y después de recibir elogios a mi profesión, se despidió de todos en el lugar, atravesó la puerta que estaba cerrada al público en general, por cuestiones de horario, e inmediatamente alguien de entre el público se acercó y me dijo: -estabas platicando con el dueño del pueblo- me di cuenta que los títulos nobiliarios no se notan a simple vista.
Regularmente cuando sales de viaje y todo va de maravilla, el momento del regreso es tormentoso, -la vuelta a la realidad- dirían algunos, esa sensación angustiosa de no querer regresar, a muchos les sucede con las playas, a mi me pasa con los pueblos con magia, pero en ésta ocasión esa sensación de negación de la realidad no se hizo presente, la angustia era por regresar a casa con la firme convicción de empezar a escribir los recuerdos; no era la primera vez que iba a San Miguel, mi problema es no recordar cuantas veces he ido, de ahí la necesidad de dejar de olvidar momentos, nombres y lugares dentro de los lugares.
Para haber salido de mi casa el jueves con un billete de veinte pesos y tres monedas, pienso que no me fue nada mal.


Dedicado a Since, Claude, Aida, Rosario, las risas de Estrella, Sofía, Rodrigo y al culpable del link Efraín Sánchez Borges